¿Del autoconocimiento al autocontrol?
El Espejo Negro de Alfonso Domingo, XLIII Premio de Novela Ateneo de Sevilla no es, ni mucho menos, un Thriller más, pues este demesita sorprende no sólo en su calidad literaria sino en sus reflexiones.
Bajo una prosa elegante a la vez que sugerente se descubre la historia de un cuadro perdido en el tiempo y desarrolla su búsqueda en tres escenarios temporales trenzados en una trama bien hilada sobre un juego narrativo que no deja indiferente.
Esta novela celosamente documentada acerca al lector al mundo del arte con un lenguaje impregnado de carisma, sensibilidad y misterio y con personajes coherentes y bien perfilados.
Jerónimo Díaz es un joven pintor anarquista exiliado de una España enloquecida que recibió de un extraño personaje el encargo de copiar Jonás y la ballena, de El Bosco. Acepta, a pesar de que una sensación premonitoria, de esas que subestimando al subconsciente solemos ignorar, advirtió al artista de que su destino quedaba irrevocablemente ligado a esta pintura para siempre.
Lamentablemente, en el desempeño de tal tarea el español es capturado y enviado a un campo de concentración nazi donde será testigo del horror, dejando su obra incabada.
La casualidad, el destino o la vida misma harán que más de medio siglo después Jerónimo ya anciano choque con Javier Carreño, un especialista en El Bosco en plena crisis de los cincuenta que es nombrado comisario de una exposición sobre el pintor holandés en el Museo del Prado. El viejo tendrá la oportunidad de reencontrarse con su obra perdida y ambos vivirán una aventura inolvidable, un viaje a través de Europa tras un retal del pasado porque, a veces, hay que volver atrás para poder quedar en paz y avanzar.
Protagonista indiscutible el miedo que lo tiñe todo. Miedo a perdernos bajo las sombras del alma, a esos claroscuros que nos atormentan, inherentes a la condición humana y al desarrollo de la personalidad. Miedos que nos condicionan y puede que hasta nos definan. También a que nuestros fantasmas salgan porque siempre acaban tomando las peores decisiones. Miedo a que puedan ser vistos y pongan de manifiesto nuestra vulnerabilidad. Manifiesto instinto de conservación que nos avergüenza, nos hace empequeñecer.
El Ser Humano se plantea entonces si es necesario mirar a la cara a nuestro peor reflejo para poder dominarlo. Si es necesario el autoconocimiento para poder llegar al autocontrol. Un espejo negro parece ser la clave.